Se trata de la más desconocida e
inexplorada dentro del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas, parece
que quisiera guardar sus secretos con la más celosa discreción. Pero quien no
visita la Sierra de Las Villas no conoce todo el Parque.
Quebrada,
solitaria, salvaje, casi despoblada, esta sierra mira, por el este, a sus
hermanas Segura y Cazorla, y por el oeste, a la campiña olivarera jienense. Un
auténtico balcón hacia dos universos.
La
carretera de la Sierra de Las Villas la atraviesa de punta a punta. De poco
tránsito, estrecha y sinuosa, te ofrece la tranquilidad de un viejo camino. Es
un maravilloso pasillo desde el que se abren muchas puertas, y cada una conduce
a lugares sorprendentes.
Aprovecha
las diversas pistas forestales que parten de la carretera de Las Villas para
internarte por la sierra, así como las Áreas Recreativas, miradores y senderos
señalizados. Encontrarás inesperadas cascadas, cumbres con vistas fabulosas,
espectaculares cortados y farallones rocosos, bojedas, sabinares, viejos
pinares de pino laricio agarrados a inverosímiles escarpaduras... y atento a su
flora y fauna: siente la mirada de los buitres, asómbrate con la pericia de las
cabras montesas,... Descubre tú mismo todo lo demás.
De entre las poblaciones cercanas podemos destacar Iznatoraf (o Torafe, como le llaman los lugareños), un encantador balcón sobre el Valle del Guadalquivir y la contundente muralla montañosa de toda la fachada occidental del Parque. Es en Las Villas, precisamente, donde el Guadalquivir abandona las montañas que lo vieron nacer y gira bruscamente hacia el Atlántico. Los pueblos de esta comarca, además, cuentan con un interesante legado renacentista, sobresaliendo Úbeda y Baeza. En su cultura tradicional destaca todo lo relacionado con el cultivo del olivar y la producción de excelentes aceites. Y en Villacarrillo encontrarás una de las celebraciones del Corpus Christi más singulares de España.